Hoy os presentamos uno de los proyectos que hemos realizado, en el que la idea era unir una cocina a un salón, pero con la premisa de mantenerlas ligeramente separadas, ya que los propietarios buscaban una solución diferente a juntar, simplemente, ambos espacios.
Aprovechando sus gustos coloristas, nos atrevimos a proponer mantener la mitad del muro, pero vestido con un papel pintado que coordinaba con la nueva cocina y la decoración de la vivienda, de manera que se empezase a ver como un elemento con mucha fuerza dentro del espacio.
De esta forma, se consiguió lo que la propiedad buscaba; un espacio común, por el que circulase la luz, y donde se pudiese compartir la zona de comedor, pero manteniendo una independencia visual importante. ¿Os gusta?