En todo proyecto de interiorismo, la guinda del pastel está en los complementos. Es esa fase final en la que se coloca el cuadro adecuado, el espejo idóneo, el reloj decorativo o los jarrones coloridos que completan el ambiente y hacen que el conjunto adquiera forma, como un puzzle al que se le coloca la última pieza para entenderlo al completo.
Dentro de estos complementos de última hora, el cojín es uno de los más socorridos. Empleado fundamentalmente en dormitorios y salones (sobre todo encima de la cama y en sofás y sillones), la gran variedad de tonos y patrones existentes en el mercado hace que sólo con ellos pueda dársele color a un ambiente. Además, sus múltiples formas (cuadrados, redondos, rectangulares o imitando a figuras) hacen que los cojines puedan incorporarse tanto a estancias señoriales como a habitaciones infantiles.
Las posibilidades de colocar cojines en camas y sofás varían desde emplear una gran cantidad de ellos (más típico de los estilos clásico y shabby chic) al minimalismo puro (más habitual en ambientes contemporáneos, en los que un par resulta más que suficientes).
Un par de tips para combinarlos: Mezcla cojines en tonos lisos con otros del mismo tono formando tramas y no te equivocarás. Y salvo que busques una simetría perfecta, conviene mezclar cojines cuadrados con otros rectangulares y alargados en tonos de similar gama cromática o contrastados para darle dinamismo a la pieza en la que vayan colocados. Por si necesitas ideas, te mostramos algunos ejemplos.
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